Por Tamara Alonso Agudo
Ha pasado un mes aproximadamente desde que empezase
a escribir esta novela sin título y, aunque probablemente penséis que 55
páginas es escribir muy poco para ese tiempo, para mi ritmo normal de escritura
eso es bastante. Y más teniendo en cuenta que ya ha empezado la universidad y
tengo menos tiempo para dedicarle a este proyecto. Los personajes se van
definiendo más y más en mi cabeza y tengo relativamente claras las próximas
escenas. Sin embargo, me he dado cuenta de que tengo que hacer una gran labor
de corrección sobre todo con los tres primeros capítulos. Cosas que sobran,
cosas que faltan y otras cosas que hay que cambiar al completo, pero todo
marcha y no me he rendido como en un principio temí que haría. Con paso lento
pero seguro voy avanzando hacia una historia cada vez más compleja en la que
debo tener especial cuidado con ciertos detalles.
Me apasiona poder crear un mundo a mi antojo pero a
la vez siguiendo una serie de reglas, me encanta cuando de repente puedo
imaginar con toda claridad mi última idea, y buscar las palabras que mejor la
describen, que captan su esencia para que alguien pueda imaginarse algo
parecido. Piedras preciosas, leyendas, lugares, religiones y costumbres son
sólo algunas de estas ocurrencias que tanto me han enganchado a Ahíndra y a su
historia. Espero que algún día a vosotros también os haga sentir así. Hasta la
próxima entrada.