martes, 19 de diciembre de 2017

El amor y la Muerte

Tamara Alonso Agudo 


¡Hola, hola!
Mientras sigo corrigiendo la novela (sí, todavía sigo en ese proceso) quiero dejaros por aquí algo que escribí hace mucho. Cuando digo mucho es mucho, en febrero hará tres años. Espero que os guste.


El amor y la Muerte

   Trazo a trazo, cada cual más delicado y preciso que el anterior, fue dando forma a la figura encapuchada que minaba sus sueños. El resultado final fue un dibujo perfecto de aquel personaje ficticio que su imaginación nocturna le había presentado hacía ya algún tiempo. Pese a que su aspecto era siniestro, una esquelética y oscura figura cubierta por un manto que no dejaba verle la cara pero sí unas huesudas manos, a ella no le daba miedo. Formaba parte ya de sus noches, como una pieza más de un puzle sin la cual estaría incompleto. La chica quedó satisfecha con su trabajo, a decir verdad había plasmado a la perfección cada rasgo, el dibujo no tenía defecto alguno, es más, parecía demasiado realista. Había trabajado en él hasta tarde, así que se acostó y el cansancio pronto hizo que la llamada del sueño fuese irresistible. Sin embargo, durante la noche pasó algo extraño.
   Una figura encapuchada apareció de la nada en la habitación de la muchacha. La figura no parecía interesada en ella, sino más bien en el dibujo, que se le antojó perfecto. Había plasmado todos sus detalles pero no era eso por lo que le gustaba, sino porque lo había hecho con cariño. Era por ello que no había podido resistir la tentación de verlo de cerca, la Muerte no estaba acostumbrada a ser tratada de esa manera. Sin embargo, en su obsesión por el dibujo y los sentimientos que expresaba, olvidó un aspecto fundamental de su existencia.
   A la mañana siguiente, la chica estaba fría y su corazón se había parado, en su cara una sonrisa, en su mesa faltaba un dibujo.