Por Tamara Alonso Agudo
Han pasado dos años y medio desde su muerte, pero ni quiero ni puedo apartarlo de mi memoria, y de vez en cuando me gusta dedicarle unas palabras. No publico todo lo que le escribo, pero cierta persona me ha convencido de dejar esto por aquí. Espero que os guste.
Alan
A veces me asalta el recuerdo del sonido de sus sílabas en
mi garganta, o su voz se escucha, suave, nítida y grave, en mi cabeza.
Pintada de colores. Pintada de colores brilla su alma
transparente a través del tiempo y los gritos y las tormentas y el humo. Y
sigue brillando.
Color avellana. Color avellana son sus ojos de promesas, de
relatos dignificados y profundidad delicada y fijeza salvaje. Y siguen mirando.
De seda y terciopelo. De seda y terciopelo es su voz, que
inunda la oscuridad de milagros y sueños y belleza serena. Y su voz queda se
sigue escuchando en el aire.
Y cada catorce mi corazón pausa un latido para escuchar en
el silencio su voz queda, para sentir su mirada, para admirar el brillo de su
alma, para susurrar las sílabas de su nombre en la eternidad del recuerdo.