Dríade del sol
En su blanca piel podía observarse los dones de la
naturaleza.
Su dorado cabello se mezclaba con el aire,
acariciando las
brillantes hojas de los árboles.
Las torres de luz podían verse en la distancia,
desafiando como agujas surgidas del verdor del bosque.
La energía fluía por su cuerpo,
derramándose a su alrededor en un halo de vida.
Su sonrisa era como el nacimiento de una nueva
esperanza,
de la luz que
surgía para prometer un futuro prometedor.
Y con esfuerzo se conseguiría.
Ninfa de la noche
Sus cabellos plateados y su piel azabache.
Su reino oculto tras un velo de bruma,
densa y misteriosa.
Sus manos, finas pero seguras,
el poder concentrado en aquellos instrumentos.
Los ojos, brillantes, destacando contra las hojas pálidas
que la rodeaban
y la corriente plateada que
con su murmullo
mecía bajo sus pies.
Su sonrisa hacía confiar y desconfiar al mismo tiempo,
como una
secreta promesa.
Que no se sabía
si se podría cumplir.
Y su libertad como un estandarte al que protegía.
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