Por Tamara Alonso Agudo
La semana pasada volví de un viaje por Andalucía con una asignatura de la carrera. No recuerdo si lo he dicho por aquí, pero soy bióloga (me gradué el pasado sábado, día 12, así que ya puedo decir eso de soy bióloga). El caso es que en esta salida de campo nos contaron cuáles eran las cuatro principales plantas que, históricamente, se han asociado a las brujas en la Península Ibérica: el beleño (varias especies del género Hyoscyamus), el estramonio (Datura stramonium), la mandrágora (Mandragora autumnalis) y la belladona (Atropa belladonna). Todas son extremadamente tóxicas y pertenecen a la misma familia que... ¡la patata! Pero bueno, no vengo aquí a hablaros de la taxonomía de las plantas (podéis consultar eso, además de sus propiedades, pinchando en sus nombres científicos). La cuestión es que, después de que el profesor nos hablara de estas plantas, yo escribí un poema sobre brujas. Y aquí lo tenéis:
Cuatro ingredientes para volar.
Cuatro en el caldero,
cuatro en el erial
donde habían reunido
el aquelarre a llevar
a cabo los conjuros,
y sus ritos cantar.
Rezaban salmos paganos
y alrededor del fuego
cantaban “llamamos
así a nuestra madre,
señora de todas las tierras,
reina de todas las brujas.
Murió por nos, otrora,
hoy volamos por vos,
Aurora.”
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Queremos saber qué os ha parecido lo que habéis leído, pero la telepatía todavía no se encuentra entre nuestros superpoderes, ¿nos lo contáis?